Este libro es un testimonio extraordinario de una lucha por el reconocimiento de la diferencia y el derecho a la identidad que logró, entre otras cosas, que por primera vez en el mundo un Estado reconociera la identidad de género asumida por una niña pequeña. Esa lucha corrió los límites de los saberes y las prácticas profesionales, y también de las políticas que se despliegan sobre la infancia. Se trata de un relato que muestra los efectos indisociablemente subjetivos y políticos de toda lucha identitaria.