En los cuentos que integran este volumen prevalece una atmósfera común: la del calor, la del verano; un entorno que, en el contexto de historias de pueblo o ciudades chicas, combina lo abierto con lo opresivo, el aire libre con el encierro encierro incluso al aire libre . El verano es el protagonista omnipresente en varios de los cuentos. Un protagonista harto, por momentos ahogado y cansado de sí mismo, que define la perspectiva y el tono de los otros personajes hasta llevarlos a un desenlace inesperado. Ese clima predomina y acaso contagia aun a los cuentos que no participan de ese tiempo ni de esa geografía. El conjunto se cierra con una intencional disonancia: un espacio moderno, un aeropuerto, en tiempos de Guerra Fría. El estilo es clásico: una escritura casi enteramente suscitada por la lectura de Cesare Pavese. Este libro es un ejercicio virtuoso que nos demuestra cómo nuestras lecturas se funden y resignifican en la escritura. Martín Kohan hace a un lado una vez más la irreverencia de la que es capaz su literatura y, en un arte del manejo de la economía, esboza cada última línea dejándonos el pulso acelerado y con ganas de más.