Reseña: La telepresencia, la teleacción y la telesensación, reducen los intervalos de tiempo a cero, y desestabilizan los puntos de referencia, por lo cual cualquier intento de articulación colectiva de la temporalidad las dimensiones intersubjetivas del tiempo se vuelve anacrónico antes de empezar, y toma su lugar el instante eterno que nos hace parte de un mundo en el que todo parece haber acontecido antes de haber sucedido. Desrealizan el pasado y el futuro, vuelven efímero al presente y, por tratarse de una celeridad que inmoviliza de la misma forma que un embotellamiento, no puede hacerse nada, salvo dejarse llevar por la inercia, con la sensación de que no vamos a ninguna parte o de que estamos inútilmente detenidos.